No podemos callar lo que hemos visto y oído... (Hch 4, 20).
- Martin Vergara
- 20 ago 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 feb

¡Bienvenidos!
Quienes me conocen saben que me gusta decir lo que pienso... pero los problemas me los busco siempre que trato de explicarme. Pienso que está sobrevalorado revolear palabras, frases, expresiones y clichés en voz alta, porque para dar a entender lo que se quiere decir y abrir una conversación seria hace falta un contexto preparado y dispuesto.
Desde hace años que utilizo aleatoriamente Facebook, Instagram o X para exponer ideas, impresiones, generar debates o simplemente expresar lo que creo, y cada red social habilita el contexto discursivo según los fines para los que fue creada. Política, religión, filosofía, viajes... siempre escribí de todo un poco, de manera random y cuando me venía a la cabeza (o al corazón) algo que quisiera decir.
Hace apenas unos días me encontró (así como suena) una amiga que conocí en Australia, con quienes nos vimos pocas veces (la última 3 años atrás) pero con quien compartí conversaciones demasiado profundas para el promedio de lo que solía darse allí. Es raro, porque parecía que nos hubiéramos conocido en otra vida. Y así fue: la última vez que nos vimos, ambos vivíamos vidas muy diferentes al menos a las que vivimos ahora.
Fuimos a por un "flat white" (por los viejos tiempos australianos), y del mismo modo que en aquella otra vida, nos enfrascamos en una profunda conversación; un privilegio que no siempre se tiene ni con los amigos más cercanos. Y con toda su espontaneidad me soltó, palabras más palabras menos: "Tincho, vos viviste demasiadas vidas para tu edad. Tenés que contarlo, escribí un libro o armate un podcast o algo; pero tenés que compartir tus experiencias, al menos para ayudar a otros que no se animan a salir de sus rutinas pero les encantaría hacer algo". Creo que fue algo así; lo de "demasiadas vidas" me lo dijo hace unos meses, en Colombia, la suegra presa de un gran amigo a quien fuimos a visitar para hablar de la Fe.
Y acá estamos, animándonos a probar esto. Escribir para contar sobre mí no me parecía muy estimulante; mucho menos hacerlo como negocio. Pero escribir para ayudar a quien crea que le puede servir me parece una buena idea. Sí, es cierto: me tocó vivir "muchas vidas", en cierto modo. Quizás a mucha gente también y simplemente no lo dice. Pero suele sucederme, cuando conozco gente nueva, que empiezo a contar anécdotas, experiencias, referencias, etc. y me da la impresión de que parezco un fabulero, un chamuyero o un loco. A veces te dicen (me ha pasado) "tu vida es apasionante", y yo tardé mucho en aceptar que así lo fue y es; quizás por un falso pudor, o cierto escrúpulo, tenemos miedo de admitirlo para no sonar demasiado orgullosos o soberbios. Pero al fin de cuentas, si a algunos les incomoda que yo reconozca el orgullo de tener una vida apasionante, allá ellos.
Cada vez que me planteé por dónde empezar a escribir, el agobio me trabó y quedé en la nada. Pienso que los viajes pueden ser un buen hilo conductor, pero no por los destinos visitados sino por las experiencias vividas. De los apenas 19 países en los que estuve, lo que más se destacaron fueron las experiencias, no las selfies o las visitas a lugares turísticos: sí, visité la Basílica de San Pedro, me sumergí completo en las fuentes de Lourdes, subí al Macchu Picchu, fotografié leones en su hábitat en Sudáfrica, perseguí canguros en Australia, y asi. Pero también compartí una cena de cumpleaños con una familia de cubanos que me invitó a su mesa por verme en la calle; acepté que me llegó el momento de morir en una oscura ruta de Etiopía; me tiré a nadar en el lago de Zurich para aprovechar unas horas de escala que tenía en Suiza; "compré" esclavos cristianos en un país asiático (para su liberación, evidentemente); apadriné a una anciana laosiana conversa y me enamoré del mundo en Madrid.

No me decidí a probar este blog para competir en anécdotas o sellos en el pasaporte con otros viajeros. Mucho menos para molestar o incomodar... lo hago porque quizás sirva para ayudar: a quienes quieren (pero no se animan) a salir de su rutina; a quienes quieren (pero no se animan) a probar algo distinto; a quienes quieren (pero no se animan) vivir la vida con más intensidad y más profundidad, pero en la búsqueda de un propósito, de un sentido, de algo tracendente. En definitiva, para quienes quieren dejar huella en esta vida y en otros y necesitan un empujón. No es para quienes no lo necesitan (o al menos lo lo escribo pensando en ellos). Uno de mis hermanos dice siempre que su sueño fue tener una chacrita en el medio del campo, y poder hacer asado todos los fines de semana. Y lo logró, y me encanta. Pero tiene una hermosa familia que ama, una profesión que disfruta y el profundo anhelo de ser cada día una mejor persona, así como la vocación y el deseo de un día llegar al Cielo. No le interesa viajar ni conocer el mundo, y tiene bien claro el terreno sobre el cual "dejar huella".
Bueno, esto lo escribo para todos aquellos que aún están buscando ese "terreno", deseando que en mis aventuras, experiencias y reflexiones puedan encontrar alguna inspiración.
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